Carne de cañón
Desigualdad y ley de la selva
Chetumal.- Los disparos llegaron
a Chetumal, irrumpiendo su tranquilidad y generando el temor entre sus
habitantes así como una serie de
ilícitos que surgen ante una sociedad que es amenazada con perder su cohesión
social, su integración y su tradición, por hechos lamentables y que preocupan
al tejido social, y donde es necesaria la mayor aplicación de los tres niveles
de Gobierno.
Como efecto que permea los centros turísticos del norte del Estado, Chetumal se
ve asolado por las riñas entre grupos delictivos a esta región propiciando un clima de
inseguridad entre los habitantes, que prefieren esconderse en sus casas para no
ser alcanzados por algún proyectil, en una situación qué amenaza con volverse incontrolable si las
autoridades no actúan de prisa y con acciones directas.
La falta de oportunidades, llámese empleos aunado a la inseguridad, corrupción, escasos niveles
educativos, son factores que se van acrecentando y que dan origen a una vida de
incertidumbre económica, que orilla a cientos de jóvenes a buscar alternativas
riesgosas para hacerse del sustento diario, por medio de la de venta de estupefacientes los envuelve en
las colonias más populosas de esta
capital.
Estos jóvenes que en su mayoría abandonaros
sus estudios, por motivos diversos, hoy ven en las calles un modus vivendi,
asaltos, venta de drogas, siempre auspiciados por alguien que regentea estas actividades para llevarse la mayor parte y después se
deshacerse de ellos, como cualquier producto que es usado y arrojado a la basura.
El daño es eminente, familias enteras que
viven al día con la esperanza de que al siguiente día puedan lograr algo
producto de fechorías. Es el sentir cotidiano en colonias como: La Jardines, del
Bosque, Solidaridad, Proterritorio, Payo Obispo, se han constituido como
verdaderos focos rojos que requieren la debida atención de autoridades de los
tres niveles.
Hoy la delincuencia supera en mucho al
aparato policiaco, que no se da abasto para responder e inhibir estas conductas
y restablecer un orden pese a las grandes inversiones que en materia se
realizan.
Este fenómeno no data de recientes fechas,
es añejo, y se ha ido recrudeciendo, por la competencia que impera en las
calles, aunado a la prostitución, alcoholismo, que socaba a las nuevas
generaciones, siendo la edad del gran riesgo entre los diez y los 16 años.
Niños que son lanzados al asfalto por sus padres, que ocupados con sus
empleos, no perciben el grave riesgo que se cierne sobre quienes han tomado la
calle como su hábitat, convirtiéndose en
carne de cañón y víctimas directas de la
voracidad de gente sin escrúpulos que los usa para llevar a cabo ilícitos de
cualquier naturaleza.
Y decíamos que este añejo problema hoy se
resiente más en las calles, siempre ha existido, pero hoy la competencia por
ganar el asfalto lo agudiza.
En Chetumal, el índice de ilícitos,
asaltos, robos a casa habitación, agresiones crece de forma alarmante, es
necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto.
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