miércoles, 24 de mayo de 2017

Desigualdad y ley de la selva

Carne de cañón

Desigualdad y ley de la selva

Chetumal.- Los disparos  llegaron  a Chetumal, irrumpiendo su tranquilidad y generando el temor entre sus habitantes así  como una serie de ilícitos que surgen ante una sociedad que es amenazada con perder su cohesión social, su integración y su tradición, por hechos lamentables y que preocupan al tejido social, y donde es necesaria la mayor aplicación de los tres niveles de Gobierno.

Como efecto que permea los centros  turísticos del norte del Estado, Chetumal se ve asolado por las riñas entre grupos delictivos  a esta región propiciando un clima de inseguridad entre los habitantes, que prefieren esconderse en sus casas para no ser alcanzados por algún proyectil, en una situación  qué   amenaza con volverse incontrolable si las autoridades no actúan de prisa y con acciones directas.


La falta de oportunidades,  llámese empleos aunado a  la inseguridad, corrupción, escasos niveles educativos, son factores que se van acrecentando y que dan origen a una vida de incertidumbre económica, que orilla a cientos de jóvenes a buscar alternativas riesgosas para hacerse del sustento diario, por medio de  la de venta de estupefacientes los envuelve en las  colonias más populosas de esta capital.

Estos jóvenes que en su mayoría abandonaros sus estudios, por motivos diversos, hoy ven en las calles un modus vivendi, asaltos, venta de drogas, siempre auspiciados por alguien que  regentea estas actividades  para llevarse la mayor parte y después se deshacerse de ellos, como cualquier producto  que es usado y arrojado a la basura.

El daño es eminente, familias enteras que viven al día con la esperanza de que al siguiente día puedan lograr algo producto de  fechorías. Es el sentir  cotidiano en colonias como: La Jardines, del Bosque, Solidaridad, Proterritorio, Payo Obispo, se han constituido como verdaderos focos rojos que requieren la debida atención de autoridades de los tres niveles.

Hoy la delincuencia supera en mucho al aparato policiaco, que no se da abasto para responder e inhibir estas conductas y restablecer un orden pese a las grandes inversiones que en materia se realizan.

Este fenómeno no data de recientes fechas, es añejo, y se ha ido recrudeciendo, por la competencia que impera en las calles, aunado a la prostitución, alcoholismo, que socaba a las nuevas generaciones, siendo la edad del gran riesgo entre los diez y los 16 años.

Niños que son lanzados  al asfalto por sus padres, que ocupados con sus empleos, no perciben el grave riesgo que se cierne sobre quienes han tomado la calle como su hábitat,  convirtiéndose en  carne de cañón y víctimas directas de la voracidad de gente sin escrúpulos que los usa para llevar a cabo ilícitos de cualquier naturaleza.

Y decíamos que este añejo problema hoy se resiente más en las calles, siempre ha existido, pero hoy la competencia por ganar el asfalto lo agudiza.


En Chetumal, el índice de ilícitos, asaltos, robos a casa habitación, agresiones crece de forma alarmante, es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto. 

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