Mérida.- La cámara hiperbárica más grande de América Latina
lleva nueve años abandonada en un edificio a medio construir en esta capital.
El aparato, que serviría para atender simultáneamente a 20 pacientes de al
menos 18 patologías, entre ellas diabetes, cáncer, descompresión, quemaduras y
traumatismos, ha estado ocioso dos sexenios. El edificio y la cámara costaron
más de 80 millones de pesos, irrecuperables e improductivos.
Durante su segundo año de gobierno, en enero de 2009, Ivonne
Ortega Pacheco dio a conocer que Grupo Financiero Banorte donó 11 millones de
pesos para la adquisición de una cámara hiperbárica. El dispositivo, de 10
metros de largo y 36 toneladas, se instaló con un costo de 75 millones de pesos
al lado del hospital O’Horán en 2012, último año del gobierno de Ortega, en un
edificio especialmente construido para albergar la cámara y lo que sería la
unidad de choque y trauma del nosocomio.
Esta unidad médica incluiría áreas de traumatología, terapia
intensiva, tomografía, atención a quemados, un quirófano y zonas de
esterilización. Se aseguró que la cámara hiperbárica reduciría en 40 por ciento
las amputaciones a diabéticos y los injertos en personas quemadas.
A pesar de que el equipo para la unidad llegó, el edificio
no fue terminado durante el gobierno de Ortega Pacheco; el sucesor de ésta,
Rolando Zapata Bello, incluyó el proyecto como el compromiso número 96 de los
227 que definió al principio de su gestión.
Sin embargo, la construcción de la unidad siguió detenida y
el equipo destinado a ella, que costó unos 60 millones de pesos, se trasladó al
hospital O’Horán.
Desde 2013, autoridades del sector salud han hecho
declaraciones contradictorias sobre la fecha en que comenzará a operar el
edificio y acerca del destino que tendrá la cámara, que no se ha usado.
Traslado inviable
Cuando Rafael Barrera Zoreda fue director de Prevención y
Protección a la Salud de la secretaría del ramo, declaró que la unidad de
choque y trauma abriría en 2014. En diciembre de ese año el secretario, Jorge
Eduardo Mendoza Mézquita, dio a conocer que la dependencia no contaba con
recursos para concluir los trabajos y desconocía si el gobierno federal los
aportaría para terminarlos en 2015.
Después de ocho años de abandono, personal de la Secretaría
de Marina acudió al hospital en julio pasado para evaluar llevarse la cámara a
Veracruz. Mendoza Mézquita aseguró entonces que el aparato no cumple con la
normatividad y no necesariamente tendría mejor uso o sería más útil en Yucatán.
Sin embargo, el traslado tampoco es viable, pues sería
necesario destruir el edificio para sacar la cámara. Y aunque el aparato tiene
una vida de uso esperada hasta de 100 años, equipo de apoyo, como los
generadores eléctricos, sí pueden estropearse por falta de uso.
La polémica atrajo el interés de médicos como Manuel Díaz
Suárez, presidente de la Comisión de Salud del Congreso local, quien en
septiembre de 2017 dijo que la cámara hiperbárica podía servir para atender más
de 18 patologías, entre ellas gangrena gaseosa, problemas circulatorios, diabetes
y vértigo. Agregó que ciertas enfermedades se combaten con terapia de
oxigenación celular, por lo que era necesario que empezara a funcionar de
inmediato.
Cuauhtémoc Sánchez, experto en medicina hiperbárica,
responsable del curso de posgrado en medicina hiperbárica y director de esa
área en el hospital O’Horán, consideró en entrevista que no es cuestión de
presupuesto, sino de voluntad política.
Un Ferrari en una ranchería
El hospital O’Horán cuenta con una cámara hiperbárica más
pequeña y monoplaza, insuficiente para cumplir con las exigencias de la
población.
Este monstruo (el equipo abandonado) es de los 10 más
grandes del mundo. Con el monoplaza tenemos una lista de espera enorme y con el
mismo costo de oxígeno se puede tratar a 20 pacientes. Vino la gente de la
Armada, pero ¿dónde la pone? Es como llevar un Ferrari a una ranchería. No es
fácil manejarla, dijo Sánchez.
La construcción del edificio, explicó, fue supervisada por
Thomas Scalea, profesor del Centro Médico de la Universidad de Maryland en
Baltimore y supervisor del Centro de Trauma y Choque R. Adams Cowley. Es bonito
tener un cohete que va a la Luna, aunque no vaya, agregó Sánchez.
La cámara se encuentra en un edificio abandonado detrás del
hospital O’Horán, clausurado con una tabla con la leyenda no tire su basura
aquí. El inmueble, apenas vigilado, tiene dentro desperdicios y animales
muertos. En una de las habitaciones se encuentra la enorme estructura
desconectada, hermética y casi a la intemperie.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el
traumatismo es un problema sanitario desatendido en los países en desarrollo.
El efecto socioeconómico empeora cuando un país cuenta con sistemas poco
desarrollados de cuidados y rehabilitación postraumáticos, y con una
infraestructura de bienestar social deficiente o inexistente.
Los traumatismos ocasionan más de 5 millones de muertes al
año, cifra comparable con los decesos ocasionados por VIH/sida, malaria y
tuberculosis juntos. El problema, explica la OMS, es que no hay datos
suficientes sobre morbilidad, epidemiología, eficacia y costo-beneficio de
muchas enfermedades, particularmente en traumatismos y su gestión.
Sólo en el primer semestre de 2017 murieron en Yucatán 195
personas por accidentes de tránsito, 35 por ciento más que en el mismo periodo
de 2016. La principal causa de muerte fue en 80 por ciento de los casos
traumatismo craneoencefálico. Al tratar un caso de traumatismo en una cámara
hiperbárica de manera temprana, la diferencia es de 85 por ciento en favor del
paciente, y eso reduce los costos para el hospital, afirmó Sánchez.
La gente necesita enterarse de que esto estaba hecho por una
necesidad real. La cámara hiperbárica es sólo una parte del centro de trauma,
que tiene 16 especialidades. ¿Qué se está haciendo para resolver la inequidad
en el acceso a la salud en el estado si se tiene un sistema tan innovador, tan
bueno como el de Estados Unidos, y no lo usas?, cuestionó Sánchez.
Las principales causas de muerte en Yucatán son las
enfermedades del corazón, del hígado y la diabetes mellitus, según el Instituto
Nacional de Geografía e Informática. El Programa Universitario de Estudios del
Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México determinó que la
diabetes es la primera causa de muerte entre los pacientes del Instituto
Mexicano del Seguro Social, que invierte en la atención de esa enfermedad
alrededor de 50 mil millones de pesos, más de la mitad de su gasto médico,
especialmente en hemodiálisis, incapacidades y amputaciones.
La obesidad y la diabetes son problemas graves en el estado.
Las amputaciones podrían reducirse hasta en 50 por ciento si son atendidas con
la cámara hiperbárica. La causa número uno de la ceguera es la diabetes, lo
mismo que de la insuficiencia renal, afirmó Sánchez.
Al inicio, la cámara hiperbárica se usaba principalmente
para tratar problemas de descompresión entre buzos y pescadores, sobre todo en
temporadas de pesca de pepino de mar. Sin embargo, en poblaciones costeras como
Celestún, Sisal, Telchac o Dzilam no hay cámaras hiperbáricas y tampoco hay
cifras oficiales de muertes por descompresión. Las únicas ciudades de Yucatán
que cuentan con cámaras hiperbáricas son Progreso, Tizimín y Mérida. Aunque
muchos necesitan este tratamiento, se estima que sólo 7 por ciento de los
afectados son usuarios de cámaras hiperbáricas.
Según Sánchez, el costo de la cámara hiperbárica para el
estado fue de cero. Fue una buena negociación. Lo que es muy malo es dejar
obras inconclusas, por el motivo que sea. Lo más caro de un equipo es no
usarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario