La semana pasada llegó un mensaje inquietante a Los Pinos.
El procurador general de la República, Raúl Cervantes Andrade, informó a la
oficina de Enrique Peña Nieto que había encontrado en un restaurante a Tarek
Abdalá, diputado federal del PRI y extesorero de Javier Duarte, el exgobernador
emblemático de la cleptocracia veracruzana.
Abdalá se acercó a Cervantes Andrade para pedirle de forma
urgente una audiencia. Su argumentación fue que era necesario hablar con el
procurador para que el escándalo de corrupción de Duarte de Ochoa “no salpique
aceite cuando se le avienten ajos”.
No fue la única frase enigmática del extesorero implicado en
los grandes desvíos de fondos públicos de Veracruz. También le recordó al
exsenador y exresponsable jurídico en la campaña presidencial de Peña Nieto en
el 2012 que “muchas cosas no se han comentado” y que sería muy desafortunado
que salieran a la luz pública.
Unos días después, el domingo 9, circuló en las redes
sociales un audio de más de un minuto. En él se escucha a Javier Duarte
reclamarle a Tarek Abdalá que no ha llegado el dinero que le envió al PRI “en
cajas de huevo”.
En un fragmento de esta conversación telefónica, Duarte
menciona “los mil”. La presunción es que se trataban de mil millones de pesos
desviados hacia la campaña presidencial de 2012 o hacia las contiendas
federales del 2015, según quienes conocieron esta fórmula “avícola” de hablar
en clave.
En la misma conversación se escucha a Abdalá excusarse
diciendo que el “tema” se lo encargó “a Iván”. Se presume que se trata del
excontralor de Veracruz, Iván López.
El audio se viralizó de inmediato en las redes sociales
durante el domingo 9 y el lunes 10 de julio. Sin embargo, la mayoría de los
medios impresos y electrónicos lo ignoraron. El control de daños desde Los
Pinos no evitó que el audio siguiera circulando y provocando todo tipo de
especulaciones.
Todos recuerdan el descubrimiento de más de 20 millones de
pesos en efectivo en un avión procedente del gobierno de Veracruz y que se
encontró en el aeropuerto de Toluca, en plena campaña presidencial de 2012. En
ese entonces, el mentiroso compulsivo que es Javier Duarte afirmó que se
trataba de recursos para el pago de festivales, como la Cumbre Tajín.
La PGR no ha explicado por qué el proceso de extradición de
Javier Duarte, encarcelado en Guatemala, se ha detenido en los últimos días,
según afirmaron fuentes judiciales del país vecino.
Apenas el martes 4, tras la audiencia en Guatemala donde
Duarte aceptó la extradición voluntaria a México, la PGR afirmó que era
“cuestión de días” la llegada del exmandatario veracruzano para enfrentar las
acusaciones por delincuencia organizada y por “lavado de dinero”.
El plazo para su retorno debió culminar este martes 11,
según expresó en ese momento el defensor guatemalteco Carlos Velázquez.
Durante aquella audiencia se dio lectura a los bienes
inmuebles asegurados y que están a nombre de Moisés Manzur, presunto
prestanombres de Javier Duarte. Entre esos bienes destacan varios departamentos
en el condominio Torre Pelícano, en Boca del Río; ranchos, como Las Mesas, en
el municipio mexiquense Valle de Bravo, así como la adquisición de 21 parcelas
en el ejido Lerma, de Campeche.
Estas propiedades fueron presuntamente adquiridas mediante
las empresas Consorcio Brades y Rhoor, esta última relacionada con la compra de
la casa 725 ubicada en la calle Sierra Fría, en las Lomas de Chapultepec de la
capital del país.
En la misma audiencia nada se dijo sobre el aseguramiento de
122 cuentas bancarias relacionadas con Javier Duarte. Días después, Karime
Macías anunció su demanda de divorcio de Javier Duarte, mientras Abdalá abordó
a Cervantes Andrade para chantajearlo.
Las extrañas palabras de Duarte, tomadas del abogado y
escritor sevillano Santiago Montoto, aún deben resonar en Los Pinos:
“Paciencia y prudencia, verbal continencia (Duarte mencionó
contingencia), presencia y ausencia, según conveniencia”.
¿A quién o a quiénes no les conviene que Duarte hable de más
“a conveniencia
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