Durante las últimas cuatro décadas ha caído 50 por ciento la
cantidad de especies de fauna. Un ejemplo icónico es la vaquita marina, que
sólo habita en el Alto Golfo de California. Se trata de uno de los mamíferos
marinos más inusuales del planeta, es pequeño, restringido a nuestras costas, y
su número va en declive, sostuvo Rodolfo Dirzo.
En entrevista, Dirzo, de entre los autores de un estudio
publicado hace unos días en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos, sobre la extinción masiva de especies en las
últimas décadas, explicó que en ese reporte se logró definir las poblaciones
que se tenían hace 40 años y con análisis matemático se calculó la trayectoria
del declive.
Sobre la vaquita marina, de la cual el comité internacional
para su recuperación estima que quedan alrededor de 30 ejemplares, dijo que es
posible su rescate, pero los científicos tenemos reglas generales que aplicamos
con base en el ADN; esto sugiere que para mantener una población viable
genéticamente se requieren 50 individuos, pues de otra forma terminan por
reproducirse entre parientes, y compartir genes entre cercanos es peligroso.
Añadió que a la evolución planetaria le ha tomado unos 4 mil
millones de años llegar al nivel actual. Perder especies significa millones de
años de ensa- yo y error; es una tragedia evolutiva y es muy triste que no
podamos hacer algo al respecto.
Patrimonio evolutivo
Entre las especies que han declinado están el león,
variedades de primates como el orangután y pumas. Señaló que más allá de lo que
significan las especies pa- ra el control de plagas, la polinización, la forma
en que permiten que los nutrientes se reciclen, los llamados servicios
ambientales, que nos interesan directamente, es que son un patrimonio evolutivo.
En México, donde hay gran variedad de especies los factores
que impulsan los riesgos de extinción de poblaciones son la destrucción de
hábitat, deforestación y fragmentación de los ecosistemas, pues aquellos de
extensiones continuas ahora son pequeños parches de diferentes tamaños donde
las poblaciones de las especies no se pueden desplazar de manera natural”.
Agregó: Empezamos a entender, como una agenda científica
crítica, la combinación de factores que impulsan la extinción. En México, un
ejemplo es el de las Tuxtlas, de Veracruz. Importante a nivel mundial, pues es
el punto en el que se distribuye el ecosistema tropical en el planeta; esto lo
hace especial.
Detalló que en esa área, en las décadas de los 70 y 80 la
deforestación fue de 3 por ciento al año, las regiones que eran selvas ahora
son potreros.
La selva era extensa, eso ayudó a mantener las poblaciones
de animales pero con la deforestación se reduce el área donde viven los
animales. Están fragmentadas. Eran inaccesibles y se han vuelto de más fácil
acceso para los cazadores furtivos. La deforestación y la cacería potencian el
problema.
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