Morelia, Michoacán.- El cambio climático, plagas y enfermedades arriesgan el
hábitat de la mariposa monarca, aseguró Homero Gómez González, comisario ejidal
de El Rosario, municipio de Ocampo, donde se ubica El Campanario, principal
santuario del lepidóptero.
Si bien prácticamente desapareció la tala clandestina en la
zona núcleo de la mariposa monarca, los bosques de pino y oyamel de la región
cada vez son más afectados por plagas, plantas parásitas, enfermedades por
hongos, lluvias atípicas y tormentas invernales, señaló en entrevista.
Recordó que hace cinco años cayó una nevada en la zona
boscosa de la mariposa monarca, en el oriente de Michoacán, que causó la muerte
a millones de insectos dos semanas antes de que retornaran al norte del
continente. Dijo que esto fue inusual, porque en marzo comienzan los calores,
pero el 10 de marzo de 2013 nevó en la parte alta de los municipios de
Angangueo y Ocampo.
En noviembre de ese año, cuando las mariposas volvieron de
Estados Unidos y Canadá, la población del lepidóptero ocupó menos de una
hectárea (que alojó a unos 25 millones de mariposas), mientras en 1996 hubo
poco más de 18 hectáreas cubiertas de insectos.
La mitad de las mariposas monarcas que llegan a México lo
hacen al cerro El Campanario, en MichoacánFoto MVT
Según Homero Gómez, al cerro El Campanario arriba 50 por
ciento del total de mariposas que llegan a los bosques de Michoacán, y la
población del insecto se recupera con rapidez, por lo que tres hectáreas de
oyameles han recibido este 2018 a unos 120 millones de monarcas.
Aunque la temporada turística ha sido buena –130 mil
personas han visitado el santuario de la monarca en el ciclo 2017-2018–, esto
no significa que el futuro de la mariposa esté garantizado; en la región hay
pobreza, el turismo es temporal porque la mariposa arriba los primeros días de
noviembre y se marcha el 21 de marzo. El apoyo gubernamental y de las
organizaciones internacionales es mínimo.
Según investigaciones realizadas por la Universidad Nacional
Autónoma de México, a partir de 1975, cuando se descubrió el fenómeno migratorio
de la mariposa a Michoacán, se iniciaron las medidas de protección, pero varias
comunidades se opusieron a implementarlas, e incluso algunas de ellas quemaron
el bosque para vender la madera como desecho a una empresa fabricante de
pegamento instalada en el municipio de Zitácuaro.
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